martes, mayo 16, 2006

Te fuiste....



“La vida de los muertos está en la memoria de los vivos.”
Cicerón

Entré en la habitación, estaba en la camilla, sentado, recostando su espalda contra la pared, me miraba, me sonreía, todo al mismo tiempo que me extendía la mano para saludarme.
Yo también le miraba y le sonreía, pero sólo lo hacia porque él me miraba, porque él lo hacia, porque no quería que se diera cuenta, ni él, ni los demás que estaban ahí, de que lo que en realidad quería hacer era llorar, de que aunque no había lagrimas en mis ojos, en mi rostro, era lo que deseaba hacer, era lo que sentía, tristeza.
La habitación está oscura, las cortinas están cerradas, y solo hay una pequeña lámpara de luz blanca, que está arriba de la cabecera de la cama, y que pobremente ilumina la habitación. El aire acondicionado está prendido y hace frió, tal vez mas por el sentimiento que me abruma, que aturde mi cabeza y que apenas me deja pensar, que por el mismo aire acondicionado, tal vez, por la tensión y la tristeza común que todos lo que estamos aquí sentimos.
Los ojos, sus ojos, le brillaban, y sigue sonriéndome. ¿Por qué le brillan tanto los ojos? Tal vez, tiene tantas ganas de llorar como yo.
Cómo me gustaría saber lo que pasa por su mente ahora mientras me sonríe. Sigo mirándolo y también le sonrió, y lo saludo, tomando la mano que él me ofrece extendida. Era delgada, podía sentir sus huesos, y también ver la forma de estos bajo la piel. Su rostro está pálido, se ve débil. Incluso podría decir que no lo conozco, que no es mi primo, no, no es él, podría ser cualquiera, pero no él. No reconozco esta mano huesuda, frágil, este rostro pálido, casi sin vida, no, no es él, no podría ser. Mi primo, es alguien vivo, despierto, fuerte, no un enfermo en una cama de hospital, no un rostro pálido, no una frágil mano.
Pero si, era él, era mi primo, y no lo comprendía porque nunca lo había visto así. Ese, el que me saludaba, ese, que no reconocía era mi primo, aquel al que veía todos los fines de semana con su traje de scout, el que jugaba conmigo, el que cada domingo con mis hermanos y yo armaba la casa de campaña en el patio.
Es mayor que yo, es verdad, pero es, pero sigue siendo tan niño como yo. Y ahora, ahora sé que está muy enfermo. Tal vez demasiado, no lo sé ciertamente, pero lo percibo en la cara de mi madre, de mis tíos, de todos los que están ahí. Y es que hasta parece un velorio, solo que no hay muerto, no todavía.
Mi mamá dice que ya debemos irnos, duramos solo un momento y me pregunto porque tanta prisa, aunque presiento la razón. Nos vamos.
Es 30 de abril, se llevan a mi primo a Nueva York, es porque allá estará mejor, allá lo curaran, volverá sano, eso dicen mi papá y mi mamá, ojalá sea cierto.
Al otro día, 1 de mayo, mi papa se va con Carlos, el hermano de mi primo (Ray), pero el avión se llena y no logran irse. Se van el 2 de mayo.
Llegan, todo esta bien, Ray esta bien, eso parece.
3 de mayo, Ray cae en coma. Mi papá llama a casa y le avisa a mi mamá.
No lo entiendo, no comprendo esto, ¿Qué es coma?, ¿qué es lo que está pasando? ¿Qué pasa con Ray?? No me atrevo a preguntar, mejor me callo, tengo miedo de lo que me digan, de la respuesta. No sé lo que pasa, y tampoco sé, si quisiera saberlo.
25 de mayo, Ray, mi primo… ha muerto.

Han pasado más de 10 años y todavía hoy, no puedo recordarlo, ni pensar en ello, sin sentir tristeza, sin llorar, o por lo menos, estremecerme, y sentir, igual que aquel día en que fui a visitarlo al hospital, que aunque las lagrimas, mis lagrimas no brotaban, el dolor y la impotencia se apoderan de mi.
Ese, el que me saludaba, el que extendía hacia mí su mano, el que me sonreía, mi primo, Ray, está muerto.
Cómo podría haber sabido yo, a pesar de todo lo que presentía en ese momento que eso ocurriría.
No, no creo que nunca ni él ni yo, habríamos imaginado que esto pasaría, no lo creo.
Nunca, ni él ni yo, habríamos podido saber, que él, tan joven, tan niño como yo, moriría. Sólo tenía quince años y murió.
Ese día en la clínica, fue el ultimo día que estuve con él, y el que mas recuerdo de todos. No me explico porqué pero es así. Se me ha hecho imposible olvidarlo, aunque esto fue hace más de diez años. La verdad, no creo que pueda nunca olvidarlo, aunque me duela recordarlo.
Me gustaría saber, qué pasaba por tu mente ese día, esos días, el día en que moriste.
Dime, ¿Qué pensabas? Cuanto me gustaría que pudiera responderme, que pudieras decirme si te dolió, si sufriste, si pensabas en nosotros, si no te importo irte.
Nada de eso podré saberlo nunca, porque ya no estas, porque te fuiste...

lunes, mayo 08, 2006

CAVILACIONES...


Este año no está siquiera a la mitad y cabe ya decir que no ha sido para mí uno de los mejores, por lo menos, no hasta ahora. No empezó bien y ya en febrero pierdo a alguien que para mi era importante, o quizás, sería mejor decir que para mí es importante porque se fué su cuerpo pero yo aún lo siento aquí.

Debo decir, que hubo momentos en que me sentí enojada con él, y otros momentos en que el dolor de su ausencia me era insoportable; era tanto un dolor físico como emocional. Ahora, ya pasaron dos meses y algo más y todavía no puedo, no puedo pensar en él sin sentir este dolor que me agobia y este nudo en el pecho que me ahoga, por eso prefiero no pensar siquiera en él, es más, no puedo siquiera ver su foto aún.

Aún siento todo esto, y sin embargo, me he obligado a mi misma a seguir adelante por los otros que aún están aquí y me necesitan, es un compromiso que he asumido no tan sólo por ellos, sino también por mí, debo seguir viviendo.

Esta semana me he enterado que una compañera de la universidad se ha suicidado. Ella era un año menor que yo, recientemente se ha graduado con altos honores y estaba trabajando. No era mi amiga debo aclarar, tan sólo una conocida. Pero para mi es impactante porque aunque fuera poco la conocia y porque no imagino lo que pudiera haber estado sintiendo para llegar a ese punto tan extremo. Me lo pregunto y pienso la valentía o la cobardía tan grande que debió sentir para llegar allí. Digo valentía porque me parece demasiado extremo, demasiado extremo, en fin demasiado. Y digo cobardía, porque entiendo e imagino que de algo estaba huyendo.

Ahora bien, a qué viene todo esto, todo estas cavilaciones y recuerdos, pues, a esta sensación de sentirme perdida, como sin rumbo claro, a esta necesidad de ser guiada, conducida, de quizá tener un mapa de la vida, de mi vida que me haga un poquito mas fáciles las cosas. No porque desee una vida facil o porque la estoy viviendo es muy dificil. Sino porque hay días como hpy en que me siento mas perdida que nunca. Pero la realidad no es esa, debo continuar con esta sensación, caminado a ciegas por mi vida, esperando no desviarme demasiado del que sea el camino correcto si lo hay, y sino, pues entonces tan sólo llegar satisfecha a aquel sitio donde es seguro que todos llegaremos.

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO 2006. CONFERENCIAS.-


Ayer terminó la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2006, la cual para gran alegría mía estuvo por 14 días, en los cuales las personas que como yo sienten un gran amor la literatura y la cultura en general pudimos conseguir no sólo libros a muy buen precio, sino que también se dio la oportunidad de conocer a grandes intelectuales de la esfera internacional, como lo es Maria Kodama la viuda de Borges, a cuya conferencia tuve la oportunidad de acudir.

Dicha conferencia fue realmente muy interesante, pues no cabe menor la duda, de que quien mejor puede conocer a este gran escritor que fue Borges, sino la que fue su compañera por tantos años, pues estuvo con el desde los dieciséis, primero como discípula, luego como asistente y finalmente como su cónyuge hasta su muerte.

La conferencia trató sobre Borges y la memoria, y en ella la señora Kodama, no se limitó a decir lo que para Borges era la memoria: un mal terrible; sino que también nos habló de la memoria de Borges en sus lectores y en ella misma. Y además, más tarde en la sección de preguntas tuvimos la oportunidad de conocer otras temáticas de su vida como pareja de las cosas que juntos disfrutaban hacer, de la amistad de Borges con ese gran humanista que fue Pedro Henríquez Ureña, entre otras cosas.

Otra gran conferencia a la que acudí fue la impartida por Fernando Savater, ese gran filósofo vasco de nuestro tiempo que de una manera bastante llana, franca y amena trató en el tema de la humanidad en el siglo XXI. Él muy sabiamente nos recordaba que lo primero y más importante que tenemos todos en común y que muchas veces olvidamos es nuestra condición de humanos antes que la de rico, pobre, ateo, cristiano, etc. Y lo hacía de una manera anecdótica narrando distintos hechos históricos en los que valiéndose de alguna diferencia religiosa o cultural, que casi siempre, por no decir siempre proviene de un fanatismo o de un dogmatismo e incluso nacionalismo (caso personal de su patria, País Vasco) exagerado, se incurre en cosas tan terribles como la matanza de los judíos por los nazis o los ataques terroristas. Todo esto como bien señala él, se produce sobre todo cuando las personas nos olvidamos de nuestra individualidad y nos llevamos por intereses grupales que no siempre son los mejores, pero sobre todo cuando nos olvidamos que todos tenemos derecho a hacer lo que queramos y a estar donde queramos, pero siempre respetando dichos derechos también a los demás que como humanos tienes los mismos DERECHOS HUMANOS que nosotros.

En fin tratar aquí todo lo que aprendí de ese gran personaje que es Savater sería muy extenso, lo importante es recordar es que TODOS SOMOS HUMANOS sin importar nuestras diferencias ideológicas, culturales, o religiosas por lo que todos merecemos el mismo TRATO HUMANO.